Receta de buñuelos de viento tradicionales y fáciles
Ingredientes para 30-35 unidades
- 150 g de harina de trigo.
- 200 ml de agua.
- 50 ml de leche.
- 40 g de mantequilla sin sal.
- 4 huevos M.
- 5 g de levadura química o polvos de hornear.
- Una pizca de sal.
- 10 g de azúcar blanco.
- Azúcar glas y canela en polvo para decorar.
- Abundante aceite para freír.
Esta bocado dulce es muy sencillo de preparar ya que la masa se prepara en un momento y después simplemente hay que freírlos para descubrir la magia de su forma, con una capa ligeramente crujiente por fuera y un interior tierno y repleto de aire, de ahí precisamente su nombre. En la receta encontrarás muchos trucos para ir preparándola paso a paso y que te queden perfectos.
Preparación, cómo hacer buñuelos de viento
- Pon encima de un bol un colador y echa encima la harina para que pase a través de él (coge el colador y ve dándole golpecitos para que caigan en el bol). A este proceso se llama tamizar y sirve para que quede sin grumos ni apelmazamientos.
- En un cazo pon el agua junto con la leche, la mantequilla, el azúcar y la sal, a fuego medio.
- En cuanto empiece a hervir la mezcla y aparezcan burbujas, apaga el fuego, aparta el cazo y echa toda la harina de golpe y mezcla muy bien con una espátula o lengua de cocina hasta que no haya ningún grumo, el aspecto sea homogéneo y la masa se despegue fácilmente de las paredes del cazo.
- Añade un huevo al cazo y mezcla con unas varillas manuales o mejor aún eléctricas, a la velocidad más baja, y mezcla hasta que se haya integrado por completo en la masa. Haz lo mismo con el resto de los huevos, y junto con el último añade la levadura química.
- Tapa el recipiente con papel film y déjalo reposando en la nevera durante 1 hora.
- En una sartén honda o cazo echa abundante aceite, pon el fuego fuerte y cuando el aceite esté bien caliente (sin que llegue a humear), ya lo tienes listo para freír los buñuelos de viento. Si tienes un termómetro de cocina podrás medir la temperatura del aceite y empezar a freír cuando llegue a 170ºC, y si no siempre puedes echar un poquito de masa, si se quema rápidamente es que está muy fuerte el aceite y si burbujea poco es que le falta un poco de temperatura.
- Prepara un plato con papel de cocina encima para ir dejando encima los buñuelos cuando estén fritos.
- Para darle forma a los buñuelos puedes optar por varias opciones. Puedes utilizar un sacabolas de helado pero cogiendo muy poquita cantidad y, con una cucharilla de café, te ayudas cada vez para ir echando la masa del sacabolas en el aceite. Otra opción es utilizar 2 cucharillas de café para ir cogiendo porciones de masa y, ayudándote con ellas, les das un poco de forma redondita y las echas en el aceite. En ambos casos, las cucharillas debes mojarlas en agua antes de coger cada porción de masa, así caerá más fácilmente al aceite y se pegará menos en las cucharillas.
- Cuando tengas el aceite preparado ve echando en él tandas de masa de buñuelos de forma que puedan caber todos flotando y sin estar unos encima de otros. Ten en cuenta que crecen casi al doble de su tamaño.
- Ve dándoles la vuelta con una espumadera, aunque a veces se dan la vuelta ellos solos y en otras ocasiones están rebeldes y no quieren darse la vuelta. Vigila el punto de dorado que tienen y retíralos al plato con el papel de cocina cuando estén listos y con el dorado a tu gusto. Suelen tardar 3-4 minutos en total, aunque depende de la temperatura del aceite y del tamaño de los buñuelos.
- Sigue con el resto de tandas y si lo necesitas utiliza más platos con papel de horno para no tener que poner los buñuelos unos encima de otros.
- Espolvorea por encima azúcar glas y canela y muévelos un poco para que queden impregnados por todas partes.
Tiempo: 1 hora más 1 hora de reposo
Sirve y degusta
Está claro que recién hechos y calientes (aunque cuidado si están recién fritos porque puedes quemarte) están buenísimos, con la capa más exterior ligeramente crujiente y ese sorprendente interior tan aireado y esponjoso. Aún así, aguantan bastante bien el paso de las horas y, conservados en un recipiente cerrado una vez fríos, aguantan muy bien al menos hasta el día siguiente (diría que más días pero no he llegado a comprobarlo, ¡en casa vuelan!).
Es un bocado muy especial, el interior queda prácticamente hueco y morderlos y aplastarlos en la boca es una sensación un tanto curiosa y fantástica. Con ese toque dulce del azúcar y la canela están de auténtico… ¡escándalo!
Variaciones
Añade un toque de sabor utilizando la ralladura de la piel de la naranja o del limón o añade un poco de canela en polvo o esencia de vainilla a la masa cuando la tengas casi lista. También puedes incorporar una cucharada sopera de anís o tu licor favorito a la masa.
Si quieres rellenarlos no tienes más que hacerles un corte con unas tijeras e introducir el relleno con una manga pastelera o, aunque es un poco más complicado, con una cucharilla. El rellenos de crema pastelera queda fenomenal, y también el dulce de leche casero o la crema de cacao y avellanas.
Consejos
Si quieres que los buñuelos te queden pequeñitos, de bocado, y bien redondos, es fundamental que le des forma a la masa con las dos cucharillas de café previamente mojadas en agua, recogiendo la masa de una a la otra hasta tener más o menos la forma redonda. Cuando se están friendo las irregularidades en la forma se corrigen bastante ya que llegan incluso a duplicar su tamaño. Conforme vayas haciéndolos y practiques te irán quedando mejor, seguro que la última tanda ya te sale perfecta. Yo debo decir que presto la atención justa a la estética, y aunque voy intentando que queden bonitos, prefiero hacerlo de forma ágil y unos quedan con mejor forma que otros, pero todos riquísimos.